En la semana del amor, Verona se viste de gala para recordar el amor prohibido de Romeo y Julieta. Sin embargo, existe una leyenda ancestral que, si no supera a la obra de Shakespeare, al menos, la iguala: la dos enamorados condenados a la separación eterna, La Luna y el Sol, para los que no hubo veneno, ni escondite ni salvación.
“Cuenta la leyenda que dos jóvenes llamados Luna y Sol se enamoraron locamente el uno del otro.Afrodita, diosa de la belleza y del amor, sintió celos de que una pareja de mortales pudiera quererse de una forma tan intensa y bajó desde el Olimpo para demostrar que su romance no era verdadero.
Furiosa por no haber sido capaz de conquistarle, Afrodita mandó separar a los amantes para siempre. Convirtió al joven en el astro que iluminaría el día y a la mujer en el que iluminaría la noche, por lo que nunca coincidirían en el firmamento .Estaba segura de que así su amor se extinguiría.
Al ver que su enamoramiento sobrevivía al del tiempo y la distancia, Zeus intervino para que el Sol pudiera, al menos, rozar de nuevo el rostro de su amada. Así ocurre en los días de eclipse, cuando los dos amantes vuelven a fundirse en un sólo cuerpo, aunque sólo sea por un breve instante”.
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